Habían levantado la casa en el límite de
la selva, orientada al sur para evitar que la humedad de los vientos de marzo
se sumara al calor que apenas mitigaba la sombra de los árboles.
Cuando Winnie llegaba
Dejó el párrafo en suspenso, apartó la
máquina de escribir y encendió la pipa. Winnie. El problema, como siempre, era
Winnie. Apenas se ocupaba de ella la fluidez se coagulaba en una especie de
Suspirando, borró en una especie de, porque detestaba las facilidades del idioma, y
pensó que ya no podría seguir trabajando hasta después de cenar; pronto
llegarían los niños de la escuela y habría que ocuparse de los baños, de
prepararles la comida y ayudarlos en sus
¿Por qué en la mitad de una enumeración
tan sencilla había como un agujero, una imposibilidad de seguir? Le resultaba
incomprensible, puesto que había escrito pasajes mucho más arduos que se
armaban sin ningún esfuerzo, como si de alguna manera estuvieran ya preparados
para incidir en el lenguaje. Por supuesto, en esos casos lo mejor era
Tirando el lápiz, se dijo todo se volvía
demasiado abstracto; los por
supuesto los en esos casos, la vieja tendencia a huir de situaciones definidas.
Tenía la impresión de alejarse cada vez más de las fuentes, de organizar puzles
de palabras que a su vez
Cerró bruscamente el cuaderno y salió a la
veranda.
Imposible dejar esa palabra, veranda.